11 octubre, 2010

Admiración por sencilla piedad

En un viaje, hace poco, visité varias catedrales chilenas. Buscando misas diarias es el camino más seguro.

En una de ellas, llegué adelantada para hacer mi oración ante el Santísimo y delante mío se puso un hombre bastante sucio, desagradable, no sé si era alcohólico o algo loco. Era algo "raro" ¡pero con una piedad educada que daba envidia!

Para empezar, hizo sus genuflexiones cuando correspondía, y luego de besar los pies a un Cristo crucificado,  fue a arrodillarse ante el Sagrario. Sabía perfectamente lo que importa y donde está su Señor sacramentado, y estuvo largo rato de rodillas orando, cosa que por experiencia he visto que generalmente se ignora, dando más importancia a las imágenes sagradas.

Luego se quedó a la misa en primera fila, participando activamente y ayudó en la colecta, pasando la bolsita. Era conocido por todos, me parece. 

Lo más lindo fue que , cuando terminó la misa, con voz fuerte y ronca gritó: ¡Ave María Purísima! que fue respondido por nosotros y a continuación -era el día de Nuestra Señora del Rosario- ¡Nuestra Señora del Rosario! y el coro respondió: Ruega por nosotros.

Moraleja: No se puede juzgar por la apariencia. Dios y su Santa Madre deben estar muy contentos con este hijo suyo, quizás pecador, pero que ama mucho.




2 comentarios:

Edit dijo...

Dios nos habla desde la boca de los niños y de los loco, como catalogamos muchas veces su rareza.
Son seres inocentes, que no tienen maldad, y muchas veces son el canal que Dios usa para señalarnos el camino.
Debemos saber escuchar y aceptar lo que nos hacen saber.
Ellos tienen una especial chispa divina.
Son los locos lindos... los que hacen que la vida sea especial.

Elinge dijo...

Hola Aeronauta:

Hermosa entrada, hay locos geniales, Dios cultiva todas las especies. ¡Ave María Purísima!

Me gusta mucho tu blog.