En un viaje, hace poco, visité varias catedrales chilenas. Buscando misas diarias es el camino más seguro.
En una de ellas, llegué adelantada para hacer mi oración ante el Santísimo y delante mío se puso un hombre bastante sucio, desagradable, no sé si era alcohólico o algo loco. Era algo "raro" ¡pero con una piedad educada que daba envidia!
Para empezar, hizo sus genuflexiones cuando correspondía, y luego de besar los pies a un Cristo crucificado, fue a arrodillarse ante el Sagrario. Sabía perfectamente lo que importa y donde está su Señor sacramentado, y estuvo largo rato de rodillas orando, cosa que por experiencia he visto que generalmente se ignora, dando más importancia a las imágenes sagradas.
Luego se quedó a la misa en primera fila, participando activamente y ayudó en la colecta, pasando la bolsita. Era conocido por todos, me parece.
Lo más lindo fue que , cuando terminó la misa, con voz fuerte y ronca gritó: ¡Ave María Purísima! que fue respondido por nosotros y a continuación -era el día de Nuestra Señora del Rosario- ¡Nuestra Señora del Rosario! y el coro respondió: Ruega por nosotros.
Moraleja: No se puede juzgar por la apariencia. Dios y su Santa Madre deben estar muy contentos con este hijo suyo, quizás pecador, pero que ama mucho.
2 comentarios:
Dios nos habla desde la boca de los niños y de los loco, como catalogamos muchas veces su rareza.
Son seres inocentes, que no tienen maldad, y muchas veces son el canal que Dios usa para señalarnos el camino.
Debemos saber escuchar y aceptar lo que nos hacen saber.
Ellos tienen una especial chispa divina.
Son los locos lindos... los que hacen que la vida sea especial.
Hola Aeronauta:
Hermosa entrada, hay locos geniales, Dios cultiva todas las especies. ¡Ave María Purísima!
Me gusta mucho tu blog.
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