30 septiembre, 2009

Canonizados el día del funeral

¡Ay qué bueno era el finado!


Mientras escribía el post anterior, sobre la muerte de don Edgardo Boeninger, me acordaba de los muchos funerales a los que he asistido por ser conocidos o deudos, o por ir a mi misa diaria aprovechando las de difuntos de mi parroquia.

Sí, he asistido a muchos y es notable la frecuencia con que en estas ceremonias tan emotivas se "canonice" al finado y se hable de que "está con el Señor", que nos encomendemos ellos "que ya gozan de su presencia en el Cielo" y mucho más, pues me tocó oir a un inefable curita, viejo escolapio español muy conocido y querido en Chile, decir que en definitiva el difunto de turno estaba en el cielo porque Dios no condenaba a nadie...... ¡y era el padre de una amiga que no era ningún santo, y lo sé yo y lo sabían todos!

Se olvidan de la existencia de Purgatorio, y jamás se menciona la posibilidad del infierno aunque sea como recuerdo didáctico; no se hace ni indirectamente.

La Santa Sede ha hecho hincapié en no exaltar la posible santidad de los difuntos porque no sabemos su estado actual y podemos dejar de cumplir el deber de pedir por su llegada al Cielo mediante sufragios por sus almas y tampoco esforzarnos nosotros para conseguir la salvación eterna.

¿Qué respeto humano les impide aprovechar esos momentos, en que todos reflexionamos sobre el fin de cada uno, para decir algo que nos haga enmendar rumbos? se lo farrean, anestesian las conciencias, pecan por debilidad, pero es una falta de omisión de la que tendrán que dar cuenta, pienso, por no recordarnos que lo único importante es servir a Dios durante el tiempo de la Misericordia. Luego sólo queda el tiempo de la Justicia de Dios.

5 comentarios:

Fernando dijo...

Hola, Aeronauta. Tu post refleja perfectamente el problema. ¿Por qué la Iglesia ha dejado de hablar, tras el Concilio, del cielo, del infierno y del purgatorio, cuando Jesús muchas veces habló del juicio, de los méritos, de la condenación, del infierno? Es, creo, un tema muy grave, porque mucha gente que antes no obraba mal por temor a la condenación, ahora hace lo que quiere, una vez que le han quitado ese freno.

Y otra cosa: el espectáculo patético -al menos en España- de los funerales con familias que ya no van nunca a Misa, sólo ese día, y no saban cómo comportarse, se quedan de pie cuando hay que estar sentados, se sientan cuando hay que arrodillarse, se aburren, en definitiva, y trivializan algo tan grave como un funeral.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Hace tiempo que quería escribir sobre esto, porque me pasa lo mismo en los funerales a los que voy -que son frecuentes-. ¿Cómo puede la Iglesia escamotear la verdad más crucial en el momento más definitivo, la de la Salvación eterna en el instante de la muerte?
Es la máxima traición.
Yo, desde luego, tengo dicho que no me hagan esta jugarreta cuando llegue el momento, que recen por mí como locos, por favor.

Aeronauta dijo...

No son temas gratos de tratar, pero sí absolutamente necesario que nos refresquen la memoria y recuerden que el demonio y el infierno existen, y también el cielo para que nadie se lo quiera perder.

Anónimo dijo...

¿Ustedes son católicos o protestantes? Más bien parece lo segundo. La autoridad del Papa os la pasáis por el forro.

Aeronauta dijo...

Anónimo: estás errado, amigo. Al contrario de lo que dices, porque estamos mano a mano con el Santo Padre es que digo lo que he planteado. Se pide de todos los modos posibles que se aproveche de hacer una catequesis en esos momentos en que aparecen personas que quizás no vayan por otras razones a la iglesia, pero que inexorablemente deberán morir y también deben estar preparados.

Para decir algo como lo que afirmas debieras recorrer un poco tod el sitio. Digo....picotea un poco y entérate.