14 noviembre, 2007

¿Son Pocos los que se salvan?

Apóstol Carlos de Caracas y Dios me hace tiempo me dejó un comentario que sigue vigente como vieja la discusión de lo mismo que ya debió tratar el propio Jesús. Este amigo ha dicho en mi blog:
"El pecado mortal debe ser algo muy --pero muy-- extraño, porque sus consecuencias son eternas."
El el fondo es la evangélica pregunta de los apóstoles a Jesús: " «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.» " (San Lcas,13,23-24)

Yo siento que la posibilidad de condenarnos existe muy realmente y por eso el hijo de Dios vino a dar su vida y morir en la Santa Cruz por nosotros. Que hay quienes se condenan, hay sin duda alguna, pues de otro modo el Señor --que habló tanto del tema-- no insistiría como lo hizo.

Por otro lado, nos condenamos infinitamente menos personas de las que lo mereceríamos, gracias a la misericordia de Dios que mandó a su Unigénito a pagar por los pecados de todos los hombres de todos los tiempos. Para eso nos ha dejado la Iglesia para que nos guíe; sus mandamientos pues dijo: "El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él” (Jn 14, 15-21)", y sus sacramentos, canales de la gracia, especailmente el de la confesión, que nos reconcilia con Él --no por humillarnos, pues no lo necesita-- sino por nosotros, para tomar conciencia de nuestras fallas e ir mejorando como humanos imperfectos que somos.

Que el Profe Balla piense que el pecado mortal es algo muy --pero muy-- extraño es lo que me parece raro, por lo demasiado corriente que es, por desgracia. Bastan las tres condiciones clásicas para que lo sea y con la pérdida de la noción del pecado de la que hablaba el recordado Juan Pablo II, muchas personas se han relajado hasta considerar que basta con su criterio y cosas como 'sí, no se puede, pero....' ¡y vamos haciendo lo que el Señor ha prohibido y detesta pues nos hace mal a nosotros! siempre el mal que hacemos se vuelve contra el hombre.

Como recordatorio de las tres condiciones que se necesitan para cometer estas faltas las mencionaré acá:
  1. Materia grave.
  2. Pleno conocimiento de la gravedad del acto.
  3. Pleno consentimiento de la voluntad.
Como vemos, están consideradas las dos más altas facultades del hombre: inteligencia para conocer y voluntad para decidir. Si cometemos una falta así no será por inocencia, pues si lo fuera no sería pecado --quizás ni venial-- pues los inocentes son, por eso mismo, inimputables.

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