16 abril, 2010

Dios nos espera con su infinitud y eternidad


He compuesto una oración "al revés". Son mis deseos puestos en boca de Dios, pensando en una persona que ha dado el portazo y renunciado a su religión. El Señor le conoce y por él le pido cada día. Como hay muchos en este triste caso, la cuelgo acá,  pero confieso que lo hago con un sentimiento de pudor tremendo.

Hijo mío, infinitamente amado y eternamente esperado:
Sólo puedo amar y esperar con mi infinitud y mi eternidad; así te amo y así te espero.
Libre te he he hecho, y tanto te amo, que voluntariamente me amarro las manos para no tocar tu libertad; sólo aguardo tu respuesta.
Te miro en silencio y lo haré hasta el plazo de los días asignados a tu vida terrena, esperando hasta entonces que saltes a mis brazos. Hasta tu último aliento, yo te espero.
Todo me lo debes; todo es para ti, no te lo cobro. Mi único anhelo es tu amor que me permita amarte eternamente en los verdes pastos que tengo preparados para tu reposo.
Lejos de mí te has ido, despreciando mis dones y ofendiendo mi Nombre, sin embargo mi diestra te indicará el camino en cada suceso de tu vida, la dirección de lo correcto.
No me rechaces. Mírame, acéptame, y vuelve a la Casa de tu Padre.

3 comentarios:

Roberto Lone dijo...

Hermosa oración que llena de tristeza el saber cuando alguien se separa de la mano de Dios.

Oro por ese ser para que en el camino que vaya siempre vea esa luz y escuche esa voz que nunca nos deja.

Bendiciones!

hna. josefina dijo...

Amén.
Santa Mónica pedía por Agustín.

Aeronauta dijo...

Gracias, por sus palabras....sí, se intuye una Mónica, sólo que no tan llorona aunque.....